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Práctica e Investigación Educativa

AtENeO

Residente: Ana María Bajuk Böhm / Mail: anitabajuk@hotmail.com  / Blog: vermuconpapasfritas.blogia.com / Tutora: Graciela Mercado / Escuela Adolfo Bioy Casares, curso 9º 2ª. Meses de mayo y junio de 2011 / Espacio Curricular: Comunicación Social / Temas trabajados: Tipos de comunicación, Historia y características de los medios de comunicación masiva, Introducción a Internet. 

Desde la primera clase que observé salí con una idea que luego sería un desafío: hacerlos trabajar en grupo.

Una propuesta fue idear y representar una situación de comunicación determinada con características particulares asignadas a cada grupo.

Grata sorpresa fue el grupo de aquellos alumnos que a uno le dan la impresión que “escuchan a medias”. La representación resultó muy bien lograda, con empeño, con detalles, disfrutada por ellos. Ese grupo que al resto le mostraba cierta distracción respecto de la clase, compartió y se lució ante sus compañeros.

Otra situación fue la de un grupo de chicas, esas que están casi atrincheradas en un rincón del aula. Pensaron una situación que no estaban dispuestas a representar. Aunque la vergüenza fue determinante para la negativa de llevarlo a cabo, un cambio negociado a último momento terminó en otra de las dramatizaciones solicitadas.

Por último, otro grupo que se empacó. A pesar de mis intentos de entusiasmarlos, acompañarlos y ayudarlos a organizarse no hubo caso. Quedaban ellos, ya el resto había roto cada uno a su manera la barrera de la vergüenza, y yo seguía intentando persuadirlos para que pasaran, al punto de darles un poco más de tiempo con tal que sus compañeros también tuvieran un feed back por parte de ellos. El tiempo de la clase se cumplía, quedaban cosas por decir (cierre y mensajes) y Graciela me sugirió que lo que no pasaran y que continuáramos.

 Yo me quedaba con las ganas de la participación absoluta de todos pero fue una buena decisión. Entre la insistencia y la espera se llegó al límite de opacar la clase en su totalidad, no era necesario porque el resto del grupo estaba contento de haber participado.

Decisiones y aprendizajes, y viceversa . . . así es la docencia en el aula.



De balances, reflexiones y aportes

x Ana Bajuk Böhm

El Ciclo de Profesorado de nuestra querida y particular facultad, la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO es un logro conseguido después de mucha lucha y merece ser valorado como tal.

Una obviedad pero no por eso menos importante, es destacar que constituye una puerta para ingresar a la docencia en condiciones más sólidas y justas. No sólo porque tengamos el título bajo el brazo, sino también porque el tenerlo trae consigo una preparación presupuesta para ejercer la actividad docente.

En mi caso, comencé el ciclo hace tres años. En aquel momento inicié el cursado un mes después de presentar mi tesina final. Tres años después lo retomé. Esta decisión estuvo determinada no sólo por el interés en obtener el título de profesora, recibir la formación correspondiente, aprovechar la posibilidad de finalizar algo que había comenzado, sino también por otro motivo que tuvo mucho peso: sentí casi como un deber retomar y finalizar el Ciclo porque constituye una instancia de educación pública y gratuita, que todavía en nuestro país es buena y en algunos casos, continúa siendo mejor. 

El haber cursado en dos etapas distanciadas y el aún no haber rendido las materias (instancia que dada la modalidad de cursado considero de profundización de los contenidos), siento que todavía no me permite tener una mirada realmente integradora del proceso.

Sin embargo y a los efectos de este artículo realizo un balance sobre lo vivido durante esta segunda etapa de cursado, en lo que va del año.

Considero que los cambios, en muchas ocasiones, proponen desafíos. En nuestro caso, asumimos, una vez más, el rol de alumnos pero nos ubicamos en otro lugar porque la propuesta de formación es diferente a la anterior, con un sistema de cursado distinto, quizás ya con experiencias en docencia, además de un ritmo cotidiano con más responsabilidades, menos disponibilidad de horarios, etc. También implica para los nuevamente estudiantes el desafío de recuperar saberes adquiridos en la licenciatura y de abrirse a nuevos conocimientos que, en algunos casos, requieren de la capacidad de tomar distancia de algunos saberes y saber-haceres que traemos incorporados. En relación a esto, depende mucho de nosotros lo que podamos rescatar de lo que nos ofrece el Ciclo, sin olvidarnos que en el proceso enseñanza-aprendizaje el docente cumple su rol clave. Paradójicamente, en un espacio donde aprendemos a ser docentes, no todos los que tenemos delante profesan lo que el Ciclo propone. “En la variedad está el gusto” dicen, “de todo algo se aprende”, digo yo.

En cuanto a los espacios curriculares me referiré a Curriculum. Por un lado, pienso que actuó como movilizador en cuanto a la actividad docente. Los contenidos dados y la manera en que se organizaron constituyeron (al menos para mi)  un primer acercamiento a la praxis última del aula (entendida como nivel). Algo así como situarnos en el escenario de manera muy concreta.

Una respuesta reiterativa a distintas preguntas que surgieron durante la experiencia del cursado fue “eso lo van a ver en la Didáctica”. Creo que dada la relación entre estos dos espacios curriculares habría sido positivo cursarlos de manera sucesiva inmediata, teniendo en cuenta el interés y entusiasmo del grupo.

Por otro lado, en este espacio descubrí nuevas actividades que a futuro podría realizarlas como proyectos laborales: el análisis curricular (disciplinar en mi caso), y el análisis y diseño de materiales didácticos. Esto es netamente personal y surgió de mi propia aprehensión de los contenidos y el consecuente intercambio con la docente a cargo.

Por último, una reflexión que me surgió a lo largo de estos meses, a medida que realizaba valoraciones sobre cada cursado, sobre cada uno de los docentes que dictaron clases, sobre los contenidos propios de cada espacio y sobre la experiencia en general, es la enorme y real responsabilidad que implica ejercer la docencia.

El desafío de ser un buen docente y la constante búsqueda de sentido a esto. No sólo entendido el sentido en tanto razón y motivación de la actividad sino también lo que implica, lo que entendemos por ser un buen docente y cómo asumimos esa responsabilidad. Para los que creemos en el papel fundamental de la educación en nuestra formación como personas y ciudadanos, es menester tomarnos la docencia en serio y basta solo recuperar del archivo de la memoria todos aquellos docentes que dejaron una marca al pasar por nuestro camino.

Pienso que hay muchas cosas por mejorar en el Ciclo, hoy las expectativas están puestas en el nuevo trayecto de cursado que iniciamos. A seguir estudiando, trabajando y …..VERMU CON PAPAS FRITAS Y GOOD SHOW!

EN TORNO A LOS APORTES DEL CICLO DE PROFESORADO A LA PRÁCTICA DOCENTE EN SOCIOLOGÍA:

Desde la práctica docente cotidiana, y en articulación con el cursado del ciclo de profesorado en Ciencias Sociales, la materia Enseñanza y Aprendizaje, en tanto primer espacio, exige un desafío decisivo: la necesidad de romper con las formas de objetivación, epistemológica, teórica y metodológica  aprehendida en nuestra formación de grado para, más que pensar un “OBJETO”, pensar una “SITUACIÓN”.

Genéricamente reducida a la fórmula D E x y, y más allá de los estilos docentes que esta fórmula permite graficar (ejecutivo, terapéutico, liberador), reconocer la “situación pedagógica” supone adquirir un pensamiento relacional en que cada uno de los términos se articula de manera compleja, reconociendo aquello de que “dar una clase es muchísimo más que hablar”.

Desde esa ruptura con la formación científica que cada uno de nosotros trae a las primeras clases, la materia nos ofrece un interesante bagaje herramental para orientarnos hacia lo que Perkins y Elliot  han definido como “Enseñanza para la comprensión”, eje con un inmenso potencial para la enseñanza, particularmente, de las ciencias sociales.

En “Sujeto del Aprendizaje”, está misma fórmula se pone en  constante tensión revelando al aula como un espacio que en ningún caso está sometido al dominio pleno del “consciente”.

Priorizando la claridad por sobre la precisión, podemos permitirnos aquí un uso licencioso y flexible de categorías conceptuales sumamente complejas que, no obstante, nos permitirán comprender los aportes de esta materia en relación a nuestra práctica docente. Los aportes del Psicoanálisis a la Pedagogía nos permiten orientar el trabajo áulico hacia un horizonte tan seductor como distante: la posibilidad de “libidinizar” el aula, promover procesos de sublimación  y lograr, al decir de Freud, aquella imposible empresa de educar.

Las materias más sociológicas del ciclo, “Sistema Educativo” e “Instituciones”, por su parte, analizan preferentemente el contexto socio-histórico en que aquella situación pedagógica se desarrolla, ofreciendo la posibilidad de superar los reduccionismos y mecanicismos que se adquirirían durante la formación de grado.

Según lo entiendo, apuntan en este sentido, a romper con el althusserianismo teórico, más incomprendido y resistido, que abordado en todas sus derivaciones tanto por sus defensores como por sus impugnadores. A pesar de que no concibo a la producción althusseriana como un corsé ideológico y político incapaz de pensar el conflicto, es cierto que los espacios mencionados permiten aproximarnos al aula como un espacio que nos exige, sobre todo a los que allí desarrollamos nuestras labores profesionales, reconocer un infinita escala de grises por sobre los determinismos negros o blancos a los que muchas veces tienden las teorías reproduccionistas.

El sistema educativo, y cada una de sus instituciones componentes, a pesar de carecer de toda neutralidad, a pesar de estar cargados de intencionalidades históricas específicas orientadas a la conservación del orden social, intencionalidades determinadas por intereses casi siempre invisibilizados, obturados  tras las rutinarias prácticas burocráticas e instrumentales, pueden, sin embargo, ser concebidas como espacios de resistencia, transformación y resignificación trascendiendo las lecturas que sólo reconocen aparatos mecánicos de interpelación, sujeción y reproducción social.

Particularmente, creo que estos dos últimos espacios deben ser pensados como complementos de una formación de grado con una orientación dominantemente marxista. Ofrecen valiosas e interesantes producciones históricas, teóricas y analíticas que simultáneamente, pueden utilizarse en dos direcciones opuestas: un nuevo y estéril intento de enterrar definitivamente a este incómodo fantasma de casi 150 años en nombre de cualquiera de sus lecturas, traducciones, reducciones o tergiversaciones post; o un nuevo intento de dotarlo de nuevos bríos en un espacio en que la omnipresente lucha de clases se traduce en una persistente lucha ideológica en que el aula, la institución, o el ministerio pueden ser concebidos como trinchera estratégica para, finalmente, invertir los polos de aquella iniciática y pesimista afirmación gramsciana: el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad.

Juan Manuel Lucas. 

EN TORNO A LOS DERROTEROS ACADÉMICOS Y PROFESIONALES DE LA SOCIOLOGÍA-MARTÍN ELGUETA

Juan Manuel ha sido muy placentero leer tu aporte. Digno de difusión en tiempos donde sería necesario sacudir un poco los tableros, incomodar las fichas que están jugadas y observar también la artificialidad de esos tableros que a veces parecen tan determinados... Comparto entonces algunos ecos que resuenan tras la lectura como un modo de responder a la invitación de seguir pensando... Que en definitiva de eso se trata la propuesta el encuentro entre colegas, además de la propuesta del taller que se vuelve ocasión de encuentro. a).- Ante las pertinentes preguntas que se formulan en el segundo párrafo de tu artículo al leerlo me surgía -a modo de contribución y en continuidad con el planteo- otra pregunta... ¿qué espera un "sociólogo" de la sociedad? b).- Quedé impactado avanzado tu aporte cuando mencionabas que los sociólogos suelen no ejercer de ello y abocarse a otros campos del trabajo... Pero que además luego de la Argentina de la posconvertivilidad fueron como arrojados a trabajar en lugares "donde la gente labura"... Me surgió entonces para seguir pensando ¿qué es entonces el trabajo, qué es ser gente, qué ser sociólogo? c).- En ocasiones me perdí en medio de territorios donde en ocasiones los discursos parecían tan exacerbados, irreconciliables, lindantes a discursos filosóficos o políticos... Y llamativamente con el peligree universitaria. Me pregunté entonces si la sociología era "apta para otros sectores sociales y tribus menos instruidas o ilustrada"... Porque me daba la impresión que es más fácil comprender lo social que comprender la sociología... Y ese me parece un tema para seguir pensando y discutiendo... Me da la impresión que hay que ser muy "distinguido" para comprender algo de lo que debaten los sociólogos. Tienen su propio lunfando, y no es precisamente el del barrio. d).- También me llamó la atención la mención de artistas, periodistas... ¡Todos ellos varones! Parece que es un territorio poco transitado por mujeres, o por lo menos por mujeres que valga la pena nombrar, o mujeres que "aunque dedicadas a otras artes, ciencias o disciplinas" sus aportes resulten de interés para "el sociólogo". e).- Me quedé pensando sobre el campo educativo como un lugar que se presenta más amable que el resto del territorio social. Educación que a veces se significa indistintamente como un lugar donde el sociólogo puede enseñar, adoctrinar, adiestrar, instruir, manipular, ilustrar, ser, ser escuchado... y a su vez cocinar relaciones de poder alternativas, compromiso social, solidez teórica, pensamiento crítico, contraconducta. Hace un par de semanas estuvimos con otros colegas en Salta donde una pensadora sugería que uno de los desafíos de las ciencias sociales (a lo que dedica ella misma sus indagaciones e intervenciones sociales) era tener herramientas para captar lo nuevo, lo emergente, lo distinto, los procesos instituyentes... Que los análisis que disponemos son sumamente interesantes, pero que a veces condenan a perpetuar el presente y privan a los que vienen -y a sí mismos- de un imaginario de futuro... Otro invitado de ese evento -en diálogo con la anterior- dijo a modo de chiste que uno de los problemas que ha instalado las ciencias sociales es que daría la impresión que uno puede ser algo sin practicarlo y parafraseando a Mao dijo "si uno quiere conocer el sabor de la pera no hay otra manera que llevándosela a la boca y comiéndola... de la misma manera no se puede conocer la revolución de otra manera que participando en ella"... Gracias por invitar a seguir pensando, espero puedas publicarlo en tu blog y echar a rodar una reflexión sumamente potente, sugerente y estimulante. Martín Elgueta

DE SOCIÓLOGOS, SOCIOLOGÍAS Y DERROTEROS TEÓRICOS Y PROFESIONALES.

DE SOCIÓLOGOS, SOCIOLOGÍAS Y DERROTEROS TEÓRICOS Y PROFESIONALES.

  • En torno a las “tribus” y “territorios” de la Sociología Académica: La Involución cientificista universitaria.

En consonancia con la representación gráfica realizada durante el taller de integración, pero superando ampliamente lo allí expuesto, pensar la actualidad de nuestra compleja, polémica e incomprendida Sociología, sus “tribus” y  “territorios”, es un ejercicio que ofrece contrastes reveladores y arroja incómodos y paradojales interrogantes. Exige cierta incorrección política, cierta audacia y ligereza interpretativa, cierta provocadora heterodoxia.  

¿Cómo comprender un “territorio” sociológico que condena a la parálisis intelectual a la mayoría de sus profesionales? ¿Cómo reconocer a las “tribus” de una disciplina en que la abrumadora y asfixiante hegemonía de la “social research” académicamente legitimada, evidencia un proceso de burocratización que amenaza con condenar a la disciplina a un ostracismo total frente a una sociedad que, apática y abatida, no espera nada de “los sociólogos”?

Casi siempre concebida como un canon metodológico relativamente invariable y de probada “fiabilidad científica”,  la sociología mendocina (y argentina) ha involucionado desde un largo tiempo a esta parte, transformándose en un conjunto de procedimientos técnicos de aplicación mecánica en que los aberrantes matices y perfiles instrumentales y unidimensionales que denunciara Marcuse se multiplican al absurdo.

Problemáticas claves para el desarrollo de la Sociología, y las ciencias sociales en general, carecen de cualquier relevancia frente a una lógica universitaria que exige la construcción de “objetos investigables” como prerrequisito fundacional para toda “práctica sociológica”.

El debate filosófico, teórico, ideológico y/o político, la perspectiva crítica sobre las metodologías e intervenciones legitimadas, la disquisición sobre las relaciones de poder que determinan toda práctica “científica”, la relevancia epistemológica de toda “intervención” en el orden social, entre otro sinnúmero de temáticas centrales para el desarrollo de la sociología han perdido su decisiva centralidad en pos de una compulsión burocrática a la producción de “pappers” e informes de investigación.

Una sociología que –al decir de Martín Nikolaus- mira hacia abajo, con las palmas hacia arriba”[1], sepultando toda posibilidad de invertir esa polaridad. En ese marco, un sinnúmero de producciones provenientes de las periferias del sistema caracterizadas por su excepcional originalidad y su persistente vigencia, han perdido paulatinamente su relevancia en la medida en que, no solamente se trata de lecturas irreductibles a los criterios “cientificistas” del empirismo dominante, sino que fueron producidas gracias a un sólido posicionamiento teórico consumadamente crítico con respecto a este último.

Enumerarlas sería tan inútil como innecesario. Tan sólo por mencionar producciones argentinas en el índex de la universidad que generan en el estudiante o profesional medio proveniente del “territorio sociológico universitario” gestos de indiferente ignorancia, autosatisfecha indolencia, una acongojada estupefacción en el mejor de los casos: Arturo Jauretche, Roberto Carri, Rodolfo Kusch, Jorge Eneas Spilimbergo, el mejor Eliseo Verón, entre muchísimos otros.

Si “geográficamente” el trabajo realizado durante el taller se organizaba en torno a dos grandes ejes dicotómicos a modo de paralelos y meridianos, empirismo y teoricismo en el plano intelectual, izquierda y derecha en el plano político; los fundamentos últimos del “territorio” sociológico universitario trasciende estas distinciones.

En una disciplina que, si nos acotamos a las polarizaciones políticas de la coyuntura argentina actual carece de “derechas”, la sociología siempre de izquierda parece, cuando no sometida a cualquiera de las variantes “post” (modernas, marxistas, coloniales, estructuralistas, etc.), anquilosada en un agotado devaneo político y teórico.

En este último sentido, es revelador considerar las condiciones que la academia exige para legitimar y validar producciones provenientes de un paradigma sociológico caracterizado por su vocación crítica, generando producciones caracterizadas por un letal eclecticismo teórico y metodológico obturado tras la confusa y contradictoria noción de “el método científico”. Muchas de las investigaciones que pretenden probar empíricamente los fundamentos de la producción marxiana asumen hoy un carácter lindante con la más lisa y llana ridiculez. Las premisas que funcionan como sostén teórico no sólo son, para decirlo con Khun, inconmensurables con las metodologías y técnicas específicas utilizadas en el trabajo de campo; el propio trabajo de Marx hubiera sido imposible desde las lógicas y preceptos invocados.

Las “tribus” universitarias se insertan así en un “territorio” mucho más homogéneo y uniforme de lo que una aproximación superficial puede indicar. Salvo honrosas excepciones, sus variantes teóricas y políticas son igualmente devotas de un mismo horizonte metodológico y conceptual, derivado de un  ingenuo e implícito “cientificismo” incapaz de dar cuentas de sus propias condiciones de producción.

En este marco, el reconocimiento mediático-social de la disciplina descansa en un curioso consenso que incluye en si a casi todas las “eminencias”: la recurrente resurrección ficcional de discursos que siempre desde “la izquierda” se caracterizan por las más obvias y previsibles zonceras del progresismo políticamente correcto. No basta para la mayoría de los sociólogos. No basta para La Sociología (así, con mayúsculas).

 La progresiva caída en las tasas de ingreso y egreso, la creciente y atomizada dispersión profesional y territorial de la inmensa mayoría de sus egresados, el frenético proceso de mercantilización de la oferta educativa, la recurrente e inocua reproducción de investigaciones carentes de cualquier capacidad de impacto concreto, la consolidación de redes estructurales de clientelismo académico, etc., etc., etc., suponen un “territorio” cerrado que tiende hacia la autocontemplación y, porque no ser un poco apocalíptico, amenaza con implosionar.

¿Criticismo exacerbado? ¿Los devaneos anticientíficos de un ignoto cursante de profesorado? ¿Las correrías revoltosas de un principiante que desconoce los elementales principios de la  diplomacia académica e institucional? ¿Una visión resentida, perniciosa, dañina de la actualidad sociológica? ¿Una perspectiva que se queda en la impotencia inútil de la crítica?

Probablemente. Dialéctica Negativa¡¡¡ Adorno¡¡¡ Frankfurt¡¡¡ podríamos aducir. Aún así, toda crítica es estéril frente a un “territorio” universitario cada vez más desierto de debates, polémicas y controversias reales, profundas, sustanciales.

 

  • Sociología y Campo Educativo: las proyecciones de una oportunidad.

 

Sin embargo, o precisamente por lo arriba expuesto, pocas de las largas generaciones de sociólogos que precedió a la última gran crisis nacional encontró un espacio tan vital, desafiante y enigmático para ser eso: sociólogo.

Lejos de los hábitos sedentarios de los ratones de biblioteca que ridiculizaba Jauretche, la mayoría de los sociólogos trabajan de otra cosa. Siempre en part time, docentes, periodistas, escritores, empleados públicos, administrativos, burócratas varios, juntadores de los más insospechados papeles, militantes de utopías y distopías varias, artistas y artesanos, alcohólicos, depresivos, desilusionados, adictos, alienados, empobrecidos, desempleados. El río de los bajos salarios con que graficamos nuestro taller amenaza siempre con el desborde.  

A contramano de una disciplina que nació preñada de pretensiones de manipulación social, la Argentina postconvertibilidad condenó saludablemente a una inmensa cantidad de sociólogos a trabajar en los lugares en que “la gente labura”.

Nos dedicamos a eso mientras habitamos un país que nos ha obligado a enterrar los prejuicios típicos de la pequeña burguesía ilustrada, reconocernos como parte de eso que
pretenciosamente creemos conocer, y luchar, como la gente lucha, contra los
 gigantes de barro del poder.

De entre los muchos ring sides que ocupamos, uno destaca por el ejército de sociólogos que convoca: el aula. El centro de un campo en que muchos nos sentimos a gusto enseñando, entrenando, instruyendo, adoctrinando, manipulando, ilustrando, siendo, simplemente, escuchados. Un eje estratégico en que se cocinan las relaciones de poder de una micropolítica con el latente potencial de generar pensamiento crítico, compromiso social, solidez teórica, “contraconducta”, para decirlo con Foucault: lucha contra los dispositivos y mecanismos productores de verdad (y de poder).

Entre las fisuras, baches y rendijas de un sistema educativo atravesado por poderosos intereses económicos, políticos y sociales; precisamente ahí adonde el encierro parece corresponderse con las celdas del psiquiátrico o la cárcel, donde el monstruo de la “institución total” pretende corporizarse, “entre los muros” al decir del director Laurent Cantet, late la paradójica posibilidad de ser libres. Docentes libres, que desafían los límites e intenciones de los “descriptores curriculares”  y las disposiciones burocráticas; alumnos libres, que pueden reconocer y reconocerse en un “otro” atrapado, incómodo, seducido o inserto en las mismas relaciones que los orientan a la resistencia o la rebelión, a la  apatía o la cruel indiferencia, esa que, casi siempre,  nos deja una sensación muy, pero muy parecida al fracaso.

Sociólogos y docentes, la posibilidad de una mezcla explosiva que exige un acopio constante de pólvora a salvo de todo aguacero. Sociólogos que hacen el ciclo de profesorado, esperando encontrar el explosivo necesario para abordar y ser abordados por el aula. Para explotar, para ser explosivos, para no ser explotados. Sociólogos que, venturosa, afortunada y felizmente acceden a una formación posterior a la obtención del título flexible, comprometida y GRATUITA¡¡¡ en uno de los pocos nichos que resisten el nocivo proceso de mercantilización académica: el ciclo de profesorado en ciencias sociales.

Juan Manuel Lucas.



[1] NIKOLAUS, Martin: “Una observación a la convención de la Asociación Sociológica de los Estados Unidos”, en “Ciencias Sociales: Ideología y realidad nacional”, Buenos Aires, Ed. Tiempo Contemporáneo, 1970, p. 27.  

Entre sociólogos y comunicadores

Sociología y Comunicación Social

En primer lugar, las conclusiones vinculadas a cada una de las disciplinas en cuestión revelaron una realidad que trasciende las particularidades de, en este caso, la Comunicación Social y la Sociología.

En el caso de esta última, el trabajo realizado consistió en idear una representación gráfica que reflejara la actualidad de la disciplina, sobretodo, en el plano laboral.

Desde una estrecha vinculación con disciplinas como la economía, la psicología, la antropología, etc., pensamos a la Sociología atravesada por dimensiones dicotómicas vinculadas, en el plano teórico, a las tensiones entre empirismo y teoricismo; y en el plano político a las diversos matices que se dan entre la tradicional polaridad  izquierda - derecha.

Partimos de un hiato estructural entre sociedad y disciplina que representa la incertidumbre e ignorancia de la sociedad ante los sociólogos como profesionales, e inversamente, desde estos últimos hacia sus posibilidades de inserción social.

En este marco, la realidad laboral de los sociólogos está atravesada por distintas condiciones de  precarización, subempleo, desempleo, etc. en un campo profesional absolutamente heterogéneo que va desde la burocracia estatal o civil hasta las asesorías a organismos internacionales, pasando entre otros por un campo considerablemente amplio en relación a los restantes: la docencia en sus distintos niveles. 

Además, la representación grafica intentaba cuestionar el creciente proceso de mercantilización de la formación de posgrado que determina las posibilidades de acceder a los  cargos políticos, académicos y/o institucionales que legitiman a la disciplina como tal, y ofrecen los espacios laborales de mayor reconocimiento social.

En el caso de la Comunicación Social, la realidad laboral no se aleja demasiado de la planteada en el caso de la Sociología. Es una disciplina que cuenta con un campo laboral muy amplio que implica un interesante y prospero abanico de posibilidades, pero su contracara es la carencia de cierta especificidad que se relaciona con la necesidad de especializarse, particularmente en los campos de la comunicación.

Es una disciplina que podría definirse como transversal y se vincula estrechamente con las ciencias sociales en general, y con área como el Diseño Grafico, el Marketing y la Publicidad.

El ser una carrera joven es directamente proporcional a su reconocimiento y legitimación en el mundo laboral. Recién hace unos años, lentamente, los comunicadores sociales hemos empezado a ser reconocidos junto con una clarificación de sus funciones y tares.

Consideramos que es necesario estudiar y discutir la posibilidad y conveniencia de asociarnos, colegiarnos o agruparnos como profesionales, en pos de poder, justamente, legitimarnos y contar con una herramienta concreta que valide y regula nuestra profesión.

Un punto importante es que en el campo de la comunicación se vislumbran muchos espacios para gestionar y desarrollar proyectos, es importante estar alertas y aprovechar estas oportunidades.

Primer Post

Somos Ana y Juan Manuel, licenciados en comunicación social y sociología actualmente cursando el Ciclo de Profesorado. En este blog, esperamos articular los contenidos abordados en los distintos espacios curriculares por los que hemos transitado.

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